
La familia Roldán, encabezada por Sergio Flay, su líder, maneja la barra con “La banda del camión” desde hace más de dos décadas y amplió sus negocios mucho más allá del fútbol. La irrupción de “La banda del chicle” amenazó su poder.
En la década de los noventa una familia dominaba a sangre y fuego la tribuna de San Martín de Tucumán: los Alé, cuyos líderes eran Rubén alias La Chancha y Ángel, al que bautizaron el Mono. Nadie les podía hacer frente. Pero al costado de la tribuna, en un lateral, fue armándose otro grupo con otro clan: Los Roldán. Oriundos de Villa 9 de Julio, ese apellido comenzó a circular por La Ciudadela primero por lo pintoresco que resultaba que llegaran en un viejo camión Ford 350 rojo y blanco, los colores del club, y después porque a medida que pasaban los partidos iban juntando más y más gente. Los Roldán no eran desconocidos en el mundo policial y político tucumano. El jefe del clan familiar, Ramón Roldán, fue un histórico puntero peronista del barrio El Molino, paradójicamente más cerca del estadio de Atlético Tucumán que de San Martín. Sus cinco hijos varones heredaron de él la pasión por vivir de la política barrial y le sumaron los negocios de cancha. Y se convirtieron en un grupo todo terreno para lo que guste mandar.